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(Global)
25 de mayo de 2007
Hace algunos días dábamos a conocer la campaña que promueven diversas organizaciones sociales bajo el nombre de “No te comas el mundo”. La campaña para el reconocimiento de la deuda ecológica y la soberanía alimentaría. Hoy afrontamos el caso del monocultivo de palma aceitera.
El aceite de palma es el producto obtenido del fruto de la palma de aceite, una especie originaria de África. Representa el 52% del mercado internacional de aceites vegetales. Se utiliza de manera muy habitual en la industria alimentaría y como aditivo en la elaboración de cosméticos, detergentes, jabones y otros productos. El aceite de palma se va imponiendo también en el mercado de los biocombustibles, hecho que hace que se fomente más el cultivo de palma.
La campaña “No te comas el mundo” ha concentrado su atención sobre las consecuencias de este monocultivo, conocido también como la amenaza verde.
Entre los grandes productores de aceite de palma encontramos a Malasia e Indonesia. La siempre mayor demanda del producto, en Indonesia está amenazando seriamente los bosques tropicales presentes en el país.
El monocultivo de palma tiene repercusiones negativas no sólo a nivel medioambiental sino también a nivel laboral afectando a los trabajadores ocupados en las grandes extensiones de cultivo.
En 2004 el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural reconoció que “el 95% de la palma colombiana se encuentra sembrada de manera ilegal” y pidió “detener de inmediato el avance de las siembras”. En el país andino la búsqueda de territorio para el cultivo de palma ha sido causa de violación de los derechos humanos de los campesinos.
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